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Luto en la Tv Argentina: Anoche falleció Gerardo Rozín (mensajes de despedida de famosos)



Este viernes, el periodista, productor y conductor de La Peña de Morfi falleció a los 51 años. Estaba acompañado de su familia y amigos más cercanos, luego de que sufriera una complicación en su estado de salud.


A lo largo de los últimos 20 años de su carrera, Gerardo integró algunos de los proyectos más exitosos de la pantalla de Telefe. Amante de la música, la literatura y la cultura rosarina en particular, llevó su estilo a cada uno de esos programas. El último, La Peña de Morfi.

Se despidió de la pantalla en diciembre de 2021, en la última emisión de La Peña para el ciclo 2021.




Se definía a sí mismo como “rosarino, judío, de Central, periodista y productor”. Esta noche se confirmó su muerte luego de luchar contra una grave enfermedad. Se despide temprano con tan sólo 51 años




Nació el 18 de junio de 1970 en el Hospital Británico de Rosario. En su casa de infancia no sobraba nada. Y a veces hasta faltaba algo. Pero él fue feliz. Sus padres se separaron cuando él era chico en una época en que eso no era frecuente. Su madre era la típica Idishe Mame, sobreprotectora y omnipresente.


“Mi papá también fue un padre presente, pero yo me crie muy pegado a mi vieja, y participaba más de ese mundo. La vi a mi vieja trabajar en guardias en inmobiliarias, agencia de publicidad, llevando avisos al diario La Capital. La vi hacer tortas y venderlas, la vi en una heladería, la vi al frente de una empresa familiar, la vi hacer guita al frente de una empresa familiar, la vi empresaria, la vi laboralmente de muchas maneras”, contó alguna vez.

Con 12 años a él no le llamaban la atención El Tony, D’Artagnan o cualquier otra revista de historietas de la escudería Columba. El Gerardo que dejaba la niñez leía la Revista Humor con fascinación. Sus primeros trabajos fueron como redactor publicitario. Luego transitó varias redacciones rosarinas. Se hizo un nombre en la gráfica de su ciudad. Se destacó en Rosario/12. Pasada la mitad de la década del noventa le llegó lo que el nombró (y vivió) como el exilio, el llamado desde Buenos Aires; la atracción de un medio nacional. Dejó Rosario tras un trabajo mejor, que significaba también un desafío mayor: ser editor en el flamante diario Perfil. Pero la aventura, se sabe, duró poco. Luego llegó el llamado para trabajar en la producción de un nuevo programa de Nicolás Repetto. La propuesta parecía muerta antes de empezar.



El sábado a la noche era un horario televisivo opaco, casi residual; la audiencia era escasa. Pero Repetto con su mesa enorme en U, el corchito, las secciones híper producidas y la pregunta animal provocó una pequeña revolución y lideró el rating. Gerardo Rozín no sólo oficiaba de productor. También tenía un rol delante de las cámaras. Como co-equiper no se sentaba al lado del conductor. Su lugar, extraño, era en una de las puntas de la mesa. Y eso no era para hacer un movimiento de pinzas que envolviera al invitado entre preguntas de Repetto y su compañero.



Tenía una explicación mucho más prosaica. Hacía pocos meses que Gerardo se había quedado completamente sordo de un oído: el stress de la experiencia fallida en el diario porteño le dejó esa secuela permanente.



Y esa, la del extremo, era la única posición desde la que podía escuchar bien al resto, con su oído bueno hacia la mesa sabatina. El intento (exitoso) para salvar la audición del otro oído incluyó un estricto tratamiento con corticoides que lo hizo aumentar más de treinta kilos sobre su peso habitual. Así su primera experiencia delante de cámaras fue en uno de los programas más exitosos, acostumbrándose a la pérdida de audición y con un aspecto físico con el que no se sentía cómodo. Pero eso no lo amedrentó. La pregunta animal se convirtió en una marca registrada.





Q.E.P.D. Gerardo

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