El debate: candidatos guionados al extremo que respondieron al show y dejaron dudas
El segundo debate estuvo signado por la gestualidad de los candidatos. Hubo ataques cruzados, pero guionados

Gestos, muecas y hasta mímica con la boca, como si todos los argentinos fueran logopedas, hábiles intérpretes de la lectura de labios. Lo dicho era previsto, lo no dicho la sorpresa. En su afán de aprovechar cada instante, los candidatos a presidente de Argentina incluso intentaron comunicar más cuando no estaban en uso de la palabra. Los 5 actores que participaron el show televisivo previo a las elecciones nacionales ya conocían el escenario, la pauta y tenían un guión con menos libertad para improvisar. Por eso los discursos y roles estuvieron mucho más ajustados que en el primer debate. Movimientos y palabras calculadas, lecturas disimuladas, enojos contenidos; voces impostadas.
Insaurralde y su escándalo, las leliq y la bomba de tiempo; la inseguridad con la edad de imputabilidad y la lucha contra el narcotráfico; las viviendas y las insólitas dudas sobre el cambio climático. Esos fueron algunos de los ejes salientes de los cruces que hubo. En el arranque de cada intervención 4 de los 5 candidatos mencionaron su solidaridad con Israel por los ataques terroristas.
Bullrichdejó las pausas y pasó al ataque directo. Mileivolvió a estar sólido en su discurso, pero tropezó con su ego y por momentos se mostró soberbio. Massa redundó en el 10 de diciembre como bisagra, alejándose de las decisiones del gobierno pero, curiosamente, cayó en su propia trampa al hablar como ministro de economía y, otra vez, Schiaretti fue el más locuaz y pragmático para aprovechar cada espacio en “decir” ideas. Myriam Bregman también se ajustó a lo que se esperaba de ella y, cómoda, no llegó a inquietar lo suficiente al resto